domingo, 7 de enero de 2018

Llorad, que de nada os servirá.

Desde hace poco tiempo, mucha gente pretende que otros cambien para ellos sentirse mejor. Me explico. Ha despertado una corriente de hombres y mujeres empeñados en que las grandes compañías de moda reconsideren lo que han venido haciendo años atrás para ofrecer una imagen más ¨real¨ que se aproxime mejor a lo que se ve por las calles de las ciudades. En otras palabras, algunos piden que aparezcan por las pasarelas de moda y por los reportajes de fotos, personas con un físico más parecido al del ciudadano medio que al de figuras consideradas culturalmente como perfectas. Y yo me pregunto, ¿Qué más da?



Porque joder, que puta tristeza de vida debes tener para que te afecte tanto las decisiones de una compañía de moda. Resulta patético que la meta de tanta gente sea concienciar a grandes marcas de cómo deben enfocar los estándares de belleza. Eso solo demuestra que hace falta que otros cambien para que tú estés satisfecho con el físico que tienes. Toda esa gente debería a mirarse delante del espejo, y si le gusta lo que ve, a seguir así, y si no, a cambiar. Pero no se puede recriminar nada a una compañía de moda que coloca en sus escaparates o fotos a quien le da la gana, y con razón.

Cualquier multinacional relacionada con el mundo de la moda, que yo sepa, no tiene ninguna responsabilidad social, y su objetivo es vender, no transmitir valores. Por eso, considero que es muy ridículo que tantos se quejen de algo tan irrelevante como este asunto.

Evidentemente, cualquier persona con sentido común observa la ridiculez de como tantas veces aparecen por las pasarelas modelos que parecen sumidas en la anorexia, pero a quien crea que puede decirle a la empresa que modelos tiene que elegir, lo lleva crudo. Una gran marca colocará a quien crea oportuno, y le añadirán retoques digitales dignos de una película de ciencia ficción porque pueden. Pretender impedirles eso es un acto esperpéntico.

Si los modelos y las modelos entran por el aro de lo que las compañías solicitan, allá ellos con sus decisiones, pero luego que no critiquen lo que hacen con sus fotos, porque los que forman parte de ese mundillo, saben como funciona. Son demasiadas las modelos que una vez alcanzan la fama, empiezan a criticar que en cierta sesión de fotos le hagan retoques…Oye, ¿En cuántas sesiones anteriores esa misma modelo ha permitido que le hagan retoques? Cada una y cada uno sabrá la respuesta. Pero es muy hipócrita ser uno más de ese mundo, y ver que solo cuando alcanzan la fama, empiezan a echar pestes de lo que ellos mismos han permitido.

Eso sí, la gente que está metida en ese sector es tan auténtica como cualquiera. Digo esto porque toca mucho los cojones leer y escuchar por ahí eso de ¨mujeres reales¨. Aunque claro, las que tienen un físico que no os gusta, no son reales, solo son hologramas… Recordad queridos y queridas lectores, que la perfección no existe en ningún ámbito de la vida. Las que aparecen por las pasarelas o en los anuncios son tan reales como la última persona que tus ojos han visto.

Resulta más urgente limpiar mentes de la sociedad que convencer a empresas de cómo gestionar sus campañas. Es cada individuo el que tiene que ser lo suficiente crítico como para ser consciente de que no hay necesidad alguna de aspirar a tener el mismo físico de los famosos que aparecen por televisión, revistas o redes sociales.

Esa ansia por verse reflejado solo demuestra una paranoia y una absoluta necesidad de aprobación social. Querer ser como el que sale por la tele, o tener el mismo físico que tanto aparece en Instagram parece la meta sin sentido que tantos pretenden alcanzar. Si esa es la idea, vais apañados.

Tan grave es ver encima de una pasarela a una canija anoréxica, como a una mujer obesa. Como siempre, la solución estaría en el término medio. Pero si una empresa de moda tiene tendencia por los extremos físicos, allá ellos. Yo al menos, viviré tranquilo sabiendo que esa panda de gente no guía mi vida solo porque marquen ciertos estilos de físico. En definitiva, las modas están para que las siga quien lo necesite.

Es cada persona quien debe ir por delante de los intereses o la publicidad de las empresas.